Juan Antonio Marina cuenta la siguiente anécdota: una persona estaba paseando mientras observaba la evolución de las obras que se llevaban a cabo para construir una catedral en su ciudad. En el paseo se encontró con varios canteros que estaban labrando las piedras que se iban a utilizar. Preguntó a uno de ellos qué estaba haciendo; este le respondió que estaba con la tarea que le había asignado su jefe, al que odiaba porque siempre le mandaba los trabajos más complicados y nunca se lo reconocía. Después se encontró con un segundo cantero y le hizo la misma pregunta. En este caso le respondió que estaba terminando la piedra que le habían encargado y que estaba deseando dejar el trabajo para ir a su casa. Finalmente, encontró a un tercer cantero y le hizo la misma pregunta. La respuesta del cantero fue sorprendente y muy distinta a las dos anteriores; le dijo que ¡estaba haciendo una catedral!.
Son tres personas que están haciendo el mismo trabajo, rutinario y cansado, pero desde diferentes perspectivas y con diversos significados.
Seguramente, nos identificamos con el tercer cantero, el que daba sentido a su trabajo porque se sentía implicado en una obra importante y era consciente de que formaba parte de un gran proyecto.
Ese es el gran reto de nuestros centros: conseguir que cada uno de ellos tenga su proyecto, ¡que diseñen su propia catedral!. La falta de proyectos es una carencia de los centros y de Extremadura, como región. Duele escuchar, una y mil veces, esos discursos en los que los responsables de la educación anuncian o repasan las obras que hacen, las nuevas inversiones en ordenadores y en mejorar la red, la puesta en marcha de nuevos planes y actividades que nadie sabe cómo encajan con los anteriores y que solo sirven para ser titular de un periódico, ... En definitiva, cada vez es más necesario tener un proyecto a largo plazo que aglutine voluntades y sirva de referencia y horizonte; cada vez es más necesario dejar de ir detrás de los acontecimientos y de las ocurrencias electorales a corto plazo. Obras, inversiones y ocurrencias siempre han existido y existirán, pero liderar un proyecto, como construir una catedral, es otra forma de hacer política y de dirigir un centro.
No es una tarea fácil la de diseñar proyectos capaces de ilusionar y de implicar a mucha gente... porque no es fácil conectar con las aspiraciones de una comunidad educativa o de una región. Pero hay que exigir que se camine en esa dirección porque, desde hace mucho, domina la sensación de abandono y desamparo en la educación. Cada uno está haciendo sus propias piedras sin que a nadie le importe si encajan con otras.
No viene mal recordar en época electoral que queremos sentirnos parte de un proyecto interesante, que queremos construir catedrales.
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