Hablar de educación lo hace cualquiera y en cualquier sitio: es un tema que surge de forma espontánea y que levanta voces y pasiones. Ello denota que somos muchos los que estamos preocupados por cómo van las cosas. Y eso es interesante.
Pues de eso se trata, de hablar una vez más de la educación en Extremadura. Sin más.
De este tema se ha dicho todo y, sin embargo, las cosas siguen estando igual de bien e igual de mal que siempre. En el aire, no se respira que haya alguna revolución pendiente por llegar; al contrario, la apatía y la inercia lo envuelve todo, y la calma chicha domina el sistema educativo extremeño, como si fuera, utilizando la imagen de Juan Antonio Marina, un enorme diplodocus dormido.
A todos nos suenan, y nos cansan, esos debates recurrentes que, periódicamente, aparecen en los medios y reproducimos en nuestras conversaciones.
En el ámbito político el debate preferido es el de las inversiones y los recortes. Dependiendo de quién hable intenta convencernos de lo mucho que gasta en educación y de lo poco que se gastaron o recortaron los del partido contrario. Como si el dinero fuese la solución.
Otros temas que les gusta utilizar a los políticos son los del bilingüismo/plurilingüismo y el de las TIC. Es admirable, e inexplicable, el poder de atracción que estos temas tienen sobre cualquier consejero o consejera de educación. Entre ellos se disputan quién es más moderno y más tecnológico. Si se mide en millones de euros, esa disputa nos sale demasiado cara y no sabemos si es efectiva.
Luego está el debate corporativo, el de lo interesado: los de Filosofía con su problema, los obispos con las horas de Religión, los de música, de dibujo, de tecnología. En este caso es cierto eso de “que todos van a lo suyo, menos yo que voy a lo mio”.
Hace tiempo que no se habla de la disciplina, lo cual indica que, como los volcanes, volverá a aparecer en algún momento, que suele ser cuando hay elecciones sindicales.
También está el debate ideológico, de unos contra otros, de derechas e izquierdas, demasiado genérico y ambivalente, que no suele aportar nada, y que se repite una y mil veces, como si eso pudiese producir algún efecto, salvo el frentismo y satisfacer la necesidad de sentir que uno piensa lo mismo que los de su cuerda ideológica. Alguien decía que “cuando todos piensan igual, es porque nadie está pensando”.
El caso es que, al final, resulta difícil encontrar una reflexión global, a vista de pájaro, sobre la educación en Extremadura. Hay datos estadísticos, no muchos, informes del Consejo Escolar de Extremadura, el último se refiere al año 2011, y poco más. Pero no hay explicaciones de lo que está pasando, falta interpretar la realidad, conocer las claves de lo que ocurre. En definitiva, se echa de menos el debate sobre el diagnóstico del sistema educativo. Quizá por eso mismo son también raras las propuestas globales a medio y largo plazo para la región.
Existe la sensación de que todo se mueve alrededor de lo concreto y de lo inmediato. Lo que importa es hacer algo, o dar la sensación de que se hace, sin reparar en si conviene o no y, lo que es peor, sin evaluar ni valorar las actuaciones que se llevan a cabo.
Gusta improvisar, sorprender y muchas veces lo que se hace se acumula a más cosas que ya había, llegando a duplicar y triplicar programas y servicios, por el simple hecho de poder anunciarlo.
Alguien puede pensar que estoy exagerando. No, no exagero y a las pruebas me remito: somos la comunidad autónoma que peores resultados obtuvo en PISA 2012, la única vez que participó Extremadura con datos desagregados, los últimos de España en el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión, los penúltimos en tasa de ocupación (20-64 años), con una tasa de abandono escolar prematuro del 32%...
Así pues, ante problemas de enorme envergadura respondemos con debates parciales sobre aspectos concretos que se ponen de moda en determinados momentos y, por otra parte, tenemos actuaciones y políticas, también parciales, que parchean continuamente la realidad educativa de Extremadura.
En Europa hace mucho que se trabaja de otra forma: elaborando análisis de la realidad con bastante frecuencia, con la idea de interpretar y explicar mejor lo que ocurre en la sociedad. A partir de esos análisis se establecen los objetivos e indicadores que se deben conseguir en un plazo de 10 años.
Eso que se hace en Europa, donde la complejidad, en todos los aspectos, es extraordinaria, se echa de menos de Extremadura.
Pienso que, hace falta que nos sentemos a hablar de la educación en Extremadura de una forma global: haciendo un diagnóstico compartido de la realidad y estableciendo las metas que, a medio plazo, se deben conseguir. A partir de ahí tendrán sentido las medidas parciales y concretas que se deban aplicar, habrá coherencia, se podrá entusiasmar y enganchar a mucha gente porque compartirían un horizonte y un futuro común.
Totalmente de acuerdo Antonio. Los datos a que haces referencia y otros como ese tercio de alumnos extremeños que no alcanzan la titulación en la educación, o el excesivo alumnos extremeños que repiten curso año tras años sin que en el 80% de los casos eada esa decisión tan arriesgada mejore la situación de esos alumnos sino que la agrava. No es correcto en mi opinión llamar a este estado de cosas fracaso escolar, es un escandaloso fracaso social. Urge que el debate educativo se instale en la sociedad extremeña. Es una urgencia, en mi opinión, prioritaria. Muy oportuno tu articulo. Pongámonos todos manos a la obra ya que la educación, como creyeron los hombres y mujeres de la Institución Libre de Enseñanza es un instrumento potente,el más potente de todos los posibles, para el desarrollo de los pueblos.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo Antonio. Los datos a que haces referencia y otros como ese tercio de alumnos extremeños que no alcanzan la titulación en la educación, o el excesivo alumnos extremeños que repiten curso año tras años sin que en el 80% de los casos eada esa decisión tan arriesgada mejore la situación de esos alumnos sino que la agrava. No es correcto en mi opinión llamar a este estado de cosas fracaso escolar, es un escandaloso fracaso social. Urge que el debate educativo se instale en la sociedad extremeña. Es una urgencia, en mi opinión, prioritaria. Muy oportuno tu articulo. Pongámonos todos manos a la obra ya que la educación, como creyeron los hombres y mujeres de la Institución Libre de Enseñanza es un instrumento potente,el más potente de todos los posibles, para el desarrollo de los pueblos.
ResponderEliminarCuanta razon tienes Antonio...
ResponderEliminar