18 ago 2022

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Cómo implantar la LOMLOE en precario, sin morir en el intento

Un inicio de curso difícil

La situación es preocupante en los cursos de educación infantil, primaria, secundaria y bachillerato que tienen que implantar el currículo LOMLOE a partir de este mes de septiembre en unas condiciones lamentables: no ha existido un plan para difundir y dar a conocer entre el profesorado el nuevo currículo que, para colmo de males, está apareciendo durante las vacaciones de verano y, según parece, después del inicio de curso. Por tanto, la normativa que desarrolla la nueva ley se está publicando tarde y mal y, por otra parte, los docentes no la conocen con un mínimo de profundidad: se les lanza a mar abierto en una embarcación con nuevos instrumentos de navegación que nadie sabe manejar. 

Errores y consecuencias

Es como si se pensase que el hecho de publicar la normativa fuese suficiente para llevar a cabo una reforma educativa. Efectivamente, eso es suficiente para lo contrario:  para que todo siga igual, para que los docentes sigan haciendo  las cosas como siempre y para que nada cambie. Es el mismo proceso que se repite cada vez que se publica una nueva ley de educación.

Han fallado, o no han existido, los planes estatal y regional para implantar el nuevo currículo y ahora estamos condenados a hacerlo todo de forma precipitada: improvisando el nuevo curso que empieza en septiembre y luego ya veremos qué se hace para que los docentes se inicien en el nuevo currículo. Por ello, surgen preguntas que inquietan:  ¿por qué no se favorece la implantación del nuevo currículo con un mínimo de calidad?, ¿No deben ser los docentes los que deben protagonizar la implantación del nuevo currículo?.

 El caso es que, al final, serán las editoriales, a través de los libros de texto, quienes hagan efectiva la implantación del nuevo currículo; sí, serán las editoriales quienes solventen, de la peor manera posible, la implantación improvisada de la nueva ley.

La esperanza

Así las cosas, podemos entrar en el túnel de las lamentaciones y, una vez dentro, instalarnos en la queja; o bien, siendo conscientes de la situación, podemos arrimar el hombro para aprovechar las oportunidades de mejora y de cambio que conlleva una nueva ley. 

Estoy convencido que, a pesar de todo, hay un amplio número de docentes, entre los que me incluyo, que se implicarán y dejarán lo mejor de sí mismos en el proceso de adaptación a la nueva ley.  

Imagen de Pixabay

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